Arte y Arquitectura de los Mayas

Escritura:

Hay cientos, quizás miles de sistemas de escritura en todo el mundo. Lo que no es muy sabido es que casi todos ellos se derivan de un puñado de sistemas originales. La escritura como manera de registrar gráficamente un lenguaje se ha desarrollado no más de cinco o seis veces en toda la historia de la humanidad: en Asiria, en Egipto, en China, en la India y en Mesoamérica. Y entre las muchas civilizaciones mesoamericanas que tuvieron algún sistema de escritura (los pueblos del Istmo de Tehuantepec, los zapotecos, etc.) la civilización maya parece ser la que desarrolló la escritura con mayor profundidad y de manera muy abundante, a juzgar por los cientos de monumentos de piedra y los miles de vasijas de cerámica con escritura que se han hallado en la zona maya.

La escritura y el arte de la caligrafía eran sumamente apreciados entre los mayas del período Clásico, lo que alentó a algunos de los artistas más prominentes del período Clásico incluso a firmar sus obras. La atención puesta a la bella ejecución de los glifos y el alarde que se hacía del conocimiento de la escritura con exquisitas e ingeniosas variantes de todo tipo ponen de manifiesto el gran empeño que se ponía en hacer de la escritura no sólo una forma de registro, sino una verdadera conmemoración artística con valor propio.

Sin embargo, esta gran tradición artística de la bella escritura estuvo a punto de perderse por completo, salvándose de su total desaparición gracias a que se plasmaron abundantes ejemplos de ella en materiales inorgánicos y no perecederos. Por desgracia, estos monumentos son sólo una pequeñísima fracción de los que debieron ser miles de textos, plasmados en cientos, miles de libros (conocidos como "códices") que los diferentes estados mayas sin duda tuvieron, y que muy probablemente se ocupaban de todo tipo de temas: desde las listas de tributo hasta los almanaques adivinatorios, pasando por los tratados de medicina, las observaciones astronómicas, las genealogías de la realeza, los registros históricos y, también sin duda, una amplia literatura. También pudieron haber habido archivos en los que se guardaba correspondencia entre centros, documentos como acuerdos comerciales y de tránsito, etc. Todos estos documentos, que cubrían más de un milenio y medio de historia, se perdieron irremediablemente a la caída de esta civilización. Más allá de la destrucción humana, el agresivo clima tropical acabó por invadir las salas y las bibliotecas abandonadas de los muchísimos centros que alguna vez convivieron en la zona maya en el apogeo del período Clásico.

A la llegada de los españoles, toda esta riqueza tenía siglos de haber desaparecido. Sin embargo, mucho debió haber quedado aún entonces de la gran tradición de la escritura, pues son múltiples los relatos en los que testigos europeos afirman que los mayas tenían "sus letras" y que con ellas componían cualquier cosa que se propusieran. Como parte del tributo que solía ofrecerse al vencedor en el campo de batalla, las tropas de Cortés debieron haber recibido algunos de estos libros. Es muy probable que al menos algunos de ellos fueran enviados a España como parte del quinto del rey y es esa sin duda la razón de que los únicos tres libros mayas conocidos (existe un cuarto, pero su autenticidad es aún muy debatida) se encuentren en Europa.

Por fortuna, los gobernantes mayas se preocuparon también en plasmar registros (sobre todo históricos) en materiales menos frágiles como monumentos de piedra. Cuando, a finales del siglo XVIII, surge en Europa un interés en conocer las culturas antiguas de América, los primeros expedicionarios encuentran un puñado de ciudades abandonadas, muchas de ellas repletas de monumentos con caracteres extraños que las mentes más agudas percibieron de inmediato como un sistema de escritura.

No obstante el interés, el elegante pero difícil sistema de escritura maya y una comprensión equivocada de su mecánica habrían de frustrar todo avance en su desciframiento que fuera más allá de su parte calendárica por espacio de casi 200 años, hasta principios de la década de 1950.

Aunque no hay espacio aquí para analizar el sistema de escritura y su funcionamiento, sí debe decirse que es una combinación de caracteres fonéticos silábicos y caracteres logográficos (que no tienen elementos fonéticos, sino que transmiten una palabra entera para el que conoce su lectura). Muchos elementos pueden escribirse en cualquiera de las dos maneras: mediante su logograma o mediante una secuencia de signos silábicos que formen la palabra que se quiere decir. Como ejemplo, consideremos la palabra que en maya se usa para nombrar al jaguar: bahlam. Ésta puede escribirse con un logograma que representa la cabeza de este animal y que se lee directamente bahlam o bien puede escribirse de manera fonética, utilizando una secuencia de tres glifos fonéticos: ba, la y ma (la última vocal de una palabra por lo regular no se pronuncia).

El avance en los últimos cincuenta y tantos años en el campo del desciframientoha ha ido en constante aceleración. En la actualidad, se han podido reconstruir genealogías enteras de gobernantes para algunos sitios, se han develado rivalidades y alianzas, victorias y derrotas, intrigas políticas y aún detalles de las ceremonias formales de entronización, de culto a las efigies de los dioses, los nombres originales de muchas ciudades-estado y aún los nombres propios de muchos edificios, según la función que tuvieron.