Mascarón arquitectónico modelado en estuco, que probablemente represente el rostro de un personaje humano.

Los mascarones arquitectónicos hechos de armazón de piedra y recubiertos de estuco modelado son bastante comunes en las ciudades mayas de los períodos Preclásico tardío y Clásico temprano (entre los años 200 antes de nuestra era y 300 de la nuestra, aproximadamente). Suelen decorar los basamentos piramidales de los templos. Con mucha frecuencia, se trata de imágenes de deidades, con especial predominancia del dios solar.

En este caso, este mascarón representa un fragmento, pues carece de elementos que seguramente estuvieron asociados al rostro, como orejeras, tocado y algunos elementos adicionales que completaban el mensaje de la imagen. Esta pieza, en lugar de ser excavada, fue saqueada y es probable que se haya extraído sólo el rostro. Sin embargo, es interesante constatar que carece de atributos divinos reconocibles (como grandes ojos y marcas sobre las mejillas, etc.). La representación realista de la boca (ver los dientes) refuerzan la impresión de que esta efigie probablemente retrataba a un personaje humano, muy probablemente un gobernante.

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