Talla articulada de varias piezas de concha que representa a una rana.

Los ojos saltones, peculiares en este tipo de animales, se hicieron mediante dos incrustaciones de cuarzo.

Siendo el agua un elemento tan importante para los mayas (el inframundo es un lugar acuoso y la superficie de los cuerpos de agua es el umbral entre el mundo terreno y el inframundo), la fauna y flora acuáticas son temas frecuentes en el arte maya.

Ranas y sapos son especialmente importantes, pues su notable metamorfosis de huevo a renacuajo a adulto, evoca la metamorfosis que sigue a la muerte, cuando el individuo desciende al inframundo, para renacer, si consigue pasar ciertas pruebas. Los anfibios además son capaces de conectar los diferentes niveles del cosmos (inframundo, tierra y cielo), pues viven en el agua, en tierra y subren a los árboles. Adicionalmente, son especialmente abundantes cuando llegan las lluvias, que son vitales para la sociedad maya.

El material escogido para elaborar esta pieza (la concha de un caracol marino llamado Olyva porphyria) subraya la conexión con el agua. Cabe señalar que los patrones decorativos de esta pieza son naturales en este tipo de concha y han sido aprovechados admirablemente por el artista para hacer más impresionante su obra, que además se beneficia de un sutil manejo de la asimetría. Se puede especular también sobre si la viva coloración natural de la concha fue aprovechada por el artista para evocar los llamativos colores de muchas especies tropicales de ranas.

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