Escultura modelada de manera realista que representa la cabeza de un pelícano.

Se trata de uno de muy poquísimos ejemplos que se conocen de representaciones de pelícanos en el arte maya. Esto puede deberse, ciertamente, a que la gran mayoría de los asentamientos mayas del período Clásico no eran lugares próximos a la costa, como sí es el caso de Comalcalco, de donde proviene esta pieza, y que se halla cerca de un estuario sobre la costa del Golfo de México.

Es muy probable que esta pieza fuera parte de un conjunto de grandes dimensiones, que alguna vez adornara el llamado Palacio en la Gran Acrópolis de Comalcalco.

Es notorio el gran realismo con que se representó esta ave. Nótense los pliegues de la bolsa de la parte inferior del pico del animal. Aunque no se sabe exactamente si el pelícano tenía alguna importancia simbólica propia, sí es común en el arte maya la representación de otras aves acuáticas, sobre todo cormoranes. Es muy probable que a los mayas las aves acuáticas les parecieran seres importantes, dada su capacidad de transitar por los tres ámbitos del cosmos: el cielo, la tierra y el inframundo subacuático.

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