Tapa de urna con la representación de los brazos y la cabeza de un mono con elementos complejos de indumentaria y un collar del que penden frutos de cacao.

Conserva sus pigmentos en buenas condiciones, y pueden distinguirse con claridad el blanco, el verde/azul, el marrón, el amarillo y el rojo.

En la zona maya se ha hallado una enorme variedad de urnas de todos tamaños, ya que solían utilizarse para cumplir muchas funciones: desde guardar objetos sagrados o rituales hasta enterrar los restos mortales de los fallecidos.

Como en casi toda la iconografía maya, las imágenes y los elementos esculpidos rara vez tienen sólo un propósito decorativo, sino que aluden a algún pasaje mítico-religioso. En este caso, es posible que se trate de la representación de un zarahuato o mono aullador. Para los mayas, el zarahuato era el patrono de los escribas y los artistas, si bien hay que señalar que en este ejemplo no hay ningún objeto que aluda claramente a las artes (una plumilla o un códice, por ejemplo), como suele ser el caso en otras representaciones de este animal deificado en su papel de patrono de las artes.

El mono que aparece decorando esta tapa prácticamente cubre la totalidad de la misma. Lleva un suntuoso tocado hecho de cuentas de precioso jade con una especie de borla-escudo de la que penden cuatro cuentas tubulares, también de jade, sobre el lado derecho de la cabeza del mono. En torno al cuello de éste puede verse una cuerda trenzada de la que cuelgan dos frutos de cacao (una marca que hay entre estos dos deja ver que alguna vez hubo un tercer fruto). El cacao solía ser muy preciado para los antiguos mesoamericanos.

Las manos descansan sobre dos elementos cuadrados y planos que se proyectan desde la superficie de la tapa. En el rostro del mono destacan las áreas de encima de los ojos, pintadas de verde/azul, así como la boca semiabierta, en la que pueden verse dos prominentes colmillos y una roja lengua. Una larga hoja funge como orejera o pendiente en la oreja derecha del animal.

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