Cabeza de un personaje que solía llevar un tocado alto, con abundantes vestigios de pigmento rojo, negro y amarillo.

Un ejemplo más de la gran variedad de tratamientos en la retratística maya. Nótese la expresividad del rostro, con los ojos semicerrados, la expresión adusta y los labios abiertos, como si amonestase a alguien o estuviese en mitad de decir algo importante. Para cualquier persona que haya comparado las muchas cabezas que se han hallado en el curso de décadas de limpieza y excavación arqueológica en multitud de sitios resultan muy aparentes la diferencias existentes entre casi todas estas representaciones. Esto refuerza la suposición de que debió tratarse de retratos de personas individuales.

El esquema de pintura peculiar que se observa aquí, con la mitad del rostro pintada de rojo y la otra de negro, pueden llevar a especular que este personaje se retrató cumpliendo con algún papel o participando en alguna ceremonia de la que este esquema de color y el peculiar tocado formaban parte importante.

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