Arte y Arquitectura de los Mayas

Religión:

Puede decirse que la religión maya es la manifestación específica de una serie de creencias que se comparten en casi toda Mesoamérica. Viéndola así, y aunque las entidades/deidades del período Preclásico y Clásico maya no son los equivalentes exactos a las de otros pueblos mesoamericanos, ni contemporáneos ni posteriores, sí hay una cierta regularidad y coincidencia en la estructura de las cosas, en las historias que explican el funcionamiento del mundo, en los papeles jugados por ciertas deidades (que suelen ser representaciones casi alegóricas de diferentes fuerzas naturales) y en la forma de rendir culto y preservar el orden cósmico. Tanto es así que hay ciertas partes de la religión maya que no se conocen directamente, pero que han podido reconstruirse tentativamente apoyándose en los testimonios registrados por los invasores europeos acerca de las religiones de otros pueblos del período Postclásico.

La religión maya está profundamente ligada con el mundo natural (montañas, llanuras, cuerpos de agua, el cielo, las cavernas, etc., sin olvidar los fenómenos como la lluvia o los terremotos). No es una exageración decir que el mundo entero es un espacio sagrado cuyo funcionamiento se explica por las interacciones de las diferentes fuerzas/deidades. La geografía toda tiene un carácter y un sentido: a cada punto cardinal le corresponde un color y ciertas características, que pueden ser positivas o negativas o propicias en ciertas fechas y en otras no. En este sentido, no sorprende que muchas deidades tengan un aspecto cuadripartita que les permite tener ubicuidad e intervenir de diferentes maneras en todos los rumbos del mundo. En el pensamiento religioso maya, el mundo se ha creado y destruido en varias ocasiones y cada acto de creación es básicamente un acto de ordenamiento. El papel del ser humano es el de mantener ese orden para que el mundo no se destruya. Esto lo consigue mediante intercambios. Así, cuando debe tomarse algo de la tierra o del agua, es importante ofrecer algo a cambio, con el fin de no alterar el delicado balance de las cosas. En una de sus expresiones más conocidas y peor comprendidas (el sacrificio de sangre), el ser humano solicita el líquido precioso de la lluvia al cielo, sin el cual no hay vida posible. Con el fin de establecer una reciprocidad y mantener el equilibrio, el ser humano ofrece, a su vez, la sustancia más preciosa que tiene: la sangre. Las ceremonias de curación operan bajo un principio similar: se ofrece a los vientos (causantes de las enfermedad) una ceremonia de intercambio y una vida (la de un animal) para que salga la enfermedad del cuerpo afectado y ocupe otro.

Aunque apenas se conocen retazos de las múltiples historias que conformaban la religión maya, vale la pena hacer notar aquí que quizás un punto de contacto notable con el cristianismo que trajeron los europeos es el ciclo del maíz, concebido por los mayas de la antigüedad como un joven bello y ricamente enjoyado con ornamentos de jade que baila lentamente (quizás una alegoría de la verde planta de maíz meciéndose suavemente al viento); posteriormente, es sacrificado por decapitación (la cosecha simbólica de la mazorca) y enterrado (sembrado) en el inframundo, para volver a nacer en la belleza y plenitud de la juventud. La representación arquetípica de la preciosa planta del maíz suele ser cruciforme y los elementos de esta mitología presentan muchos paralelismos con la vida y pasión del Cristo católico (incluyendo los elementos de sacrificio y resurrección), lo que podría ayudar a explicar por qué, por una parte, no hubo una resistencia activa al cristianismo por parte de la población maya y, por la otra, la nueva creencia (muy probablemente percibida como variación de una historia conocida) despertó rápidamente mucha devoción entre las poblaciones locales.

La religión maya es un asunto sumamente complejo, del que aún falta muchísimo por explorar y comprender. Aquí no puede darse sino un breve atisbo de una parte de ella. Baste aquí decir que, más allá de su sincretismo con el catolicismo, constituye una visión del mundo que se mantiene muy viva y operante en su originalidad, sobre todo en el medio rural, y que continúa siendo el sustento de la comunidades mayas, además del cristal a través del cual esas comunidades encuentran sentido a lo que ven y a lo que hacen.